Deseo concedido by Megan Maxwell

Deseo concedido by Megan Maxwell

autor:Megan Maxwell [Maxwell, Megan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-03-09T05:00:00+00:00


Capítulo 23

Cansados y agotados por el viaje en busca de Briana, de madrugada llegaron a la aldea, que presentaba una quietud inquietante. Cuando divisaron la gran arcada de la fortaleza, Duncan fue el primero en percatarse de que no había ningún soldado vigilando, por lo que aceleró el paso junto a Lolach y McPherson. Al entrar se quedaron sin palabras al ver aquel espectáculo.

—¡Por todos los santos celtas! —bramó McPherson al reconocer al hombre que dormía boca abajo en el centro del patio—. ¿Qué hace James O’Hara aquí?

—Mataré a Kieran —juró Lolach mirando a su alrededor y sintiendo que la rabia le comenzaba a consumir.

—¡Antes lo mataré yo! —masculló Duncan apretando la mandíbula al reconocer a algunos guerreros de James O’Hara y propios borrachos como cubas.

Al ver que nadie se movía, saltó de su caballo y a grandes zancadas entró en la fortaleza, donde, seguido por Lolach, Ewen y Niall, llegó hasta su habitación, que encontró atrancada.

—¡Shelma no está! —gritó en ese momento Lolach, que raudo había ido hasta la habitación de su mujer y la encontró vacía.

—¡Ayudadme a echar la puerta abajo! —exclamó con fiereza Duncan, con la piel erizada ante el temor de lo que había podido ocurrir allí.

El bramido de su marido la despertó. Megan saltó de la cama y corrió hasta la puerta. Quitó el tronco que la atrancaba para abrir y, sin darle tiempo a reaccionar, se tiró a sus brazos buscando como nunca su cariño y su tranquilidad.

—¡Vaya, cuñada! —sonrió Niall al ver la cara de su hermano—. A eso se le llama un buen recibimiento.

Lolach entró en la habitación y se relajó cuando vio a Shelma enroscada en la cama durmiendo junto a Zac. Con cuidado, se acercó a ella y estirando su mano fue a tocarle la mejilla. De pronto, ella dio un salto y, poniendo su puñal a escasos centímetros del cuello de Lolach, dijo con todo el pelo cayéndole en la cara:

—Si me tocas, eres hombre muerto.

—¿Qué demonios…? —susurró Lolach, confuso por esa reacción.

Al reconocer su voz, Shelma se retiró el pelo del rostro, tiró el puñal a un lado y se lanzó al cuello de su marido enganchándose con desesperación.

—Oh…, ¡cariño! —se disculpó Shelma, horrorizada por lo que había estado a punto de hacer—. ¿Te hice algo? Oh…, Dios mío.

—Tranquila, tesoro —sonrió al notarla junto a él mientras le besaba la frente—. ¿Tú estás bien?

Duncan, más apaciguado, entró con su mujer en brazos.

—Sí —asintió con cara de cansancio—. Todas estamos bien.

—Me llevaré a Zac a su cuarto —dijo Ewen.

Una vez que el highlander salió de la habitación con el niño en brazos, comenzó el interrogatorio.

—¿Qué ha ocurrido aquí? —preguntó Duncan, reteniendo a su mujer, que hacía intentos por bajar de sus brazos, cosa que él no consintió.

—Los hombres de O’Hara organizaron una fiesta anoche —sonrió Shelma viendo entrar a Niall en la habitación saludándole con la mano—. Y nosotras atrancamos la arcada por si bebían demasiado. Sólo eso.

—¿Sólo eso? —bramó Duncan, que miró a su mujer incrédulo.

—Sí, sólo eso —confirmó Megan.



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